Hacía tiempo que quería ir a Nueva York a comprobar por qué los artistas que desarrollan allí sus carreras califican a la ciudad de los rascacielos de “ultraestimulante”. Se acercaba el décimo aniversario del 11-S y los fantasmas se estaban removiendo. Desde el punto de vista periodístico, pues, era un momento ideal para acercarme a saludar a mis contactos in situ, a observar las reacciones de la población, a desgastar la suela de mis deportivas y a sumergirme en paisajes de tortícolis.
Juanje Sanz ya andaba por allí.
Siguiendo sus soñadores proyectos, se encontraba fotografiando la ciudad y
removiendo versos en castellano en un entorno mayoritariamente anglófono. Todo
un reto que fue más allá de sus propias expectativas, incluso de las
expectativas de los antólogos de El Tejedor en Nueva
York: el poemario fue una eclosión de imaginativas visiones de una urbe
potente, interesante, a la vez que los poetas la desafiaban, algo descarados.
Jugando con la mixtura de su condición, medio hispanos, medio estadounidenses.
¿Dónde empezaba y terminaba la nacionalidad de estos autores y autoras?
Fotografía J. Jesús Sanz. |
Por ejemplo, Patricia
Pacheco es de origen alicantino y su pareja es caribeño. La vivencia de Nueva
York resultaba curiosa, con ese trajín imparable, con el ruido y las
alcantarillas humeantes… Todo un retrato fílmico y literario, ideal para
inspirar a los escritores. Pero también una ciudad dura, adversa en invierno,
con dificultades, con poco espacio para el débil… En esa ambivalencia se movían
la puertorriqueña Karen Sevilla, el uruguayo Marcos Wasem, la vizcaína Isabel
Cadenas, el colombiano Carlos Aguasaco… llenando de figuras retóricas sus textos
algo bilingües. Neuyoriquen o niuyorican, llaman allí a esa mixtura de su
lengua.
Una vez en NYC, y con
ayuda de Juanje, pude comprobar cómo ciertas librerías sirven de nexo entre
autores y bibliófilos castellanoparlantes. Ellos conforman casi un tercio de la
población total de la ciudad de Nueva York, pero son conscientes de que su
espacio lingüísticamente hablando está minimizado. Así que las personas
interesadas en la escritura en castellano se agrupan, convocan jornadas
poéticas, organizan actividades en la Universidad… Estos centros académicos
también tienen mucho peso de cara a potenciar el castellano en la Gran Manzana:
“Tal vez mi perspectiva sea sesgada, pues yo he estado en Nueva York estos ocho
años siempre ligado a la vida universitaria. Pero, de un modo u otro, en todas
las actividades literarias que se realizan en la ciudad suele haber una
presencia importante de gente vinculada a la academia, ya sea de estudiantes o
de docentes”, explica Marcos Wasem.
Marcos empezó a vivir
en la ciudad que nunca duerme en
2005, proveniente de un máster en la Universidad Hebrea de Jerusalén y de una
beca para un curso para jóvenes hispanistas en Santander. Especializado en
literatura neobarroca en Argentina, ingresó en la City University, con una beca
que le permitió dedicarse a investigar y a escribir a tiempo completo,
terminando su primer poemario, Aterrizaje de primeros semovientes. A
través de Mercedes Roffé y del granadino Ernesto Estrella –actualmente en Berlín-,
se fue introduciendo en “una comunidad de hispanohablantes bastante receptiva”
y su trabajo con la electrónica en las performances ayudó a que “la
comunicación poética se diera a un nivel que trascendiera las barreras del
idioma”.
El escritor argentino
y director del Hispanic New York Project de la Universidad de Columbia, Claudio
Iván Remeseira, concluye que “la historia de la cultura en lengua española
ha estado íntimamente ligada a esta ciudad desde sus orígenes, pero nunca como
hasta ahora se había congregado aquí un número tan grande de narradores, poetas
y ensayistas de todas las regiones de nuestro idioma común. Esta masa crítica
es el humus de una renovación potencialmente tan importante como la que en su
momento representaron el Modernismo o el Renacimiento italianizante que
precedió al Siglo de Oro”. Con todo, “se está generalizando en la educación
superior los trabajos escritos y las clases en español. Creo que, aparte del
objetivo de afianzar la presencia del español en el mundo universitario, se
corre el riesgo de crear un gueto lingüístico dentro de la universidad
norteamericana”, puntualiza el experto.
“Para mí es muy
importante que la actividad cultural hispana en general, y literaria en
particular, gane espacios en la ciudad y se asegure visibilidad”, señala Wasem.
“Una de las cosas que creo que hay que impedir es que la actividad de los
escritores en español se transforme en un gueto, que no se comunique con lo que
ocurre en el mundo anglosajón, dominante por razones obvias, pero con el que
creo que se puede entablar un diálogos desde ciertas comunidades de intereses”.
Fotografía: J. Jesús Sanz |
Sumario: “Hay que impedir que la actividad de los
escritores en español se transforme en un gueto, que se comunique con lo que
ocurre en el mundo anglosajón” (Marcos Wasem)
Soledad Marambio, nacida en Chile, venía del Periodismo y la no ficción, pero en Nueva York sintió que su sitio era la poesía, tras un taller en el que participó. Un “lugar donde la precisión del lenguaje y la plasticidad del mismo conviven armoniosamente. Me parece que en la poesía es más fácil sentir los quiebres, las honduras del lenguaje y de la lengua”. Y fue en la Gran Manzana donde empezó a “escuchar” el castellano, “a mirarlo desde fuera y, por lo tanto, a romper las estructuras más bien rígidas que tenía en la cabeza después de casi una década trabajando como periodista. La influencia del inglés fue lo que produjo esta especie de separación y de extrañamiento con mi lengua natal, que antes estaba demasiado pegada a los pensamientos, a la piel. Gracias al inglés –a escucharlo, a hablarlo, leerlo- que pude mirar al castellano como algo ubicado fuera de mí”.
Soledad (www.brutaseditoras.com) cree que escribir en castellano
en NYC comulga con la ciudad a la vez que tiene algo de rebeldía, de una
“segunda lengua, muy en desventaja ante la dominancia del inglés, con pocos
medios culturales de difusión”. “Quienes escribimos en castellano acá leemos en
inglés, enriquecemos nuestro castellano, nuestra escritura, con los sonidos,
ritmos, quiebres de la convivencia con el inglés, pero hay poca gente,
poquísima, que haga el camino inverso (como Junot Díaz, por ejemplo). Me
pregunto si alguna vez esta ciudad será bilingüe… Bilingüe en el sentido de que
existan políticas que promuevan, difundan y valoren el castellano por ser la
lengua de la inmensa minoría, no sólo de esta ciudad ciudad sino que de Estados
Unidos”.
Fotografía: J. Jesús Sanz |
En el caso del caribeño Urayoán Noel, “creo que mi poética es más sobre
el lenguaje y la ciudad (o los lenguajes y las ciudades) que sobre mi
biografía. NuevaYork (sobre todo el Bronx y el alto Manhattan) ha calado hondo
en mí y sigue calando, pero creo que mi ciudad es transnacional, imposible, una
ciudad que se lleva en el cuerpo-- “llo diasporoso,” como le llamo en mi más
reciente poemario. Es un collage, mayormente de Nueva York y San Juan, Puerto
Rico, pero que se abre a San Francisco o Estambul o São Paulo o adonde me
lleven mis viajes”. Urayoán se crió en San Juan “en un hogar bilingüe: mi padre
es estadounidense de California y mi madre es puertorriqueña de la isla”, y,
además, “siempre he vivido en barrios con una gran población latina”. De ahí
que no escriba “en puro castellano; todos mis poemarios mezclan dos o más
idiomas. Por una parte es muy sencillo: pienso en ambos, luego escribo en
ambos. Por otra parte, veo mi poética como una alternativa crítica al
paleo-nacionalismo del purismo monolingüe (for example, los Estados
Unidos post-9/11, con su fuerte onda anti-inmigrante y sus constantes sospechas
del que habla otra cosa)”.
Su primer poemario, “el libro-objeto Las flores del mall (2000),
es mayormente sobre Puerto Rico pero tiene la irreverencia y el ruido y la
ironía y el escarbar urbano de mis poemarios posteriores (me mudé a NYC en
1999). Lo cierto es que ahondar en Nueva York dio riendas a un espíritu
cosmopolita. Por otra parte, me permitió entenderme de forma más compleja y
autocrítica: los barrios puertorriqueños en Nueva York; la poesía, la música y
el arte Nuyorican (desde salsa hasta performance y arte conceptual); los
empates entre colonialismo y diáspora; el gentrification y la
globalización; las subculturas y contraculturas queer; la presencia dominicana
(tan fuerte y decisiva en San Juan y Nueva York); las contribuciones de l@s
puertorriqueñ@s al hip-hop y sus afinidades con las comunidades afroamericanas
en Harlem o el Bronx”, enumera un Noel del siglo XXI...
Fotografía: J. Jesús Sanz |
Dónde
está? Dónde has estado? Haz estado. Estado hoz. Sin mago. Agotado. Hago estado.
Make state. Make statements. Meant to unseat powers. To unmic the static. Tol
et loose yr. Loosy revolution on these streets, distritos,
discrete ethos, secret us, secret estados, esta dosis by decree, the cry,
desisting. (Urayoán
Noel, Hidden city)
Carlos Aguasaco señala
que las librerías en español, por su parte, “funcionan como logias o guetos de
apoyo mutuo”. Carlos enumera los “centros culturales alrededor de los que
gravitan los escritores hispanohablantes. Entre las instituciones culturales,
destaca La Casa de la Cultura Dominicana, el Instituto Cervantes, The Americas
Society y La Nacional. “La Casa de la Cultura Dominicana organiza ferias del
libro, tertulias y presentaciones. Allí muchos escritores comparten. Hasta el
día de hoy no he visto allí ningún estudiante de la maestría en escritura
creativa de NYU. En general, los escritores que allí asisten son personas en
los 50s que ya habían publicado obras en su país de origen”.
“The Americas Society
es el lugar más elegante de todos los que he mencionado. Tiene además la
característica de integrar al público hispano y anglohablante. Los escritores
que allí se presentan son los que más posibilidades tienen de ser aceptados por
los circuitos literarios anglosajones de la ciudad y de los Estados Unidos en
general”, puntualiza Carlos. “La Nacional es un centro cultural localizado en
la calle 14, donde confluyen creadores. Ahora está en renovación, pero siempre
es un espacio abierto a la vanguardia”.
Las librerías como
McNally & Jackson, Revolution Books, La Casa Azul y el Barco de Papel habrían
“desarrollado su propio público con estilos muy particulares. Por ejemplo,
McNally Jackson parece el segundo hogar de los estudiantes del programa de
escritura creativa en español en NYU, y de sus profesores. El trabajo de Javier
Molea ha sido fundamental para una nueva generación de autores que han buscado
en este programa y en esta librería el espacio para generar una nueva
literatura. La Casa Azul se proyecta como un centro cultural innovador en el
que se integra lo mejor del Hispanic Harlem, con tendencias de vanguardia tanto
en el diseño como en la estructura corporativa de base. El Barco de Papel es la
única librería que no está en Manhattan. Se localiza en el barrio hispano de
Queens, conocido como Jackson Heights”.
Fotografía: J. Jesús Sanz |
Wasem señala que
WordUp y La casa azul “son las más nuevas, ambas en el alto Manhattan. La estrategia
de ambas ha pasado por apostar a una fuerte inserción comunitaria en barrios
donde existe una gran cantidad de hispanohablantes. WordUp en particular ha
recabado apoyos para sus campañas en internet de figuras conocidas en el ámbito
anglosajón, como es el caso de Junot Díaz, vecino de Washington Heights (…)”.
De estas experiencias, añade el académico, “puede deducirse la fragilidad que
presenta todo proyecto de librería en español en Nueva York en las condiciones
actuales. La apuesta a este tipo de empresas puede parecer una quijotada, y en
cierto modo lo es. La alianza con colectivos e instituciones, así como la
percepción de que las redes informáticas pueden servir de aliadas a la
circulación del libro, han sido clave en las estrategias de supervivencia de
las librerías en español más nuevas”.
Urayoán Noel recuerda cómo su llegada a Nueva York “coincidió
con la desaparición de tantas librerías independientes que son casi como un
fantasma. Pasé largas horas rebuscando entre los libros usados en The Strand y
sí fueron importantes para mí algunas como la antigua Librería Caliope en el
más alto Manhattan. Por suerte en los últimos años han surgido nuevas librerías
como McNally, Casa Azul (en El Barrio) y Word Up (en Washington Heights) que le
han traído mucha energía a la movida y se han vuelto espacios esenciales para
las comunidades literarias (latinas y no-latinas) en la ciudad”. Urayoán
recuerda con cariño “el Nuyorican Poets Café, fue muy importante para mí. Allí
vi por primera vez performances de Pedro Pietri, Edwin Torres y otros
poetas/performers de la diáspora que me inspiraron (y me siguen inspirando) con
su audacia, su espíritu renovador y su compromiso con una poética divertidad
pero retante, no-monolingüe, articulada desde el cuerpo y en comunidad. También
hubo otros centros culturales y espacios de performance como el Taller Boricua
y El Taller Latino Americano”.
Sí que las
librerías tienen un gran peso a la hora de ligar
los componentes de la escritura en castellano en la Gran Manzana. En el caso de
Javier Molea, selecciona los libros en castellano en McNally & Jackson, en
el Soho, un “lugar de referencia para los latinos que viven y escriben en Nueva
York. En el mundo editorial ya en Uruguay, llegó a Nueva York a raíz de la
crisis de 2002, y la editora canadiense Sara McNally le ofreció llevar adelante
una sección nueva en su negocio incipiente. En el subsuelo de la librería,
Molea estudia qué títulos ofrecer mientras ha desarrollado un Club del Libro y
organiza encuentros entre residentes y visitantes, con coloquios con Enrique
Vila-Matas, Antonio Muñoz Molina, Elvira Lindo… y edita con el sello Díaz Grey
a narradores y poetas poco conocidos. Alabado por Muñoz Molina, Remeseira
estima que “ha sabido construir un vínculo muy fuerte con algunas
instituciones, en especial New York University”.
Fotografía: J. Jesús Sanz |
En cuanto a
Barco de Papel, “Ramón y el
grupo de Poetas en Nueva York han hecho de este espacio el único bastión de la
literatura realmente periférica de la ciudad. El minúsculo local de la avenida
Roosevelt se llena cada semana para celebrar las creaciones de poetas
autodidactas y académicos comprometidos con la población hispana”, describe
Carlos Aguasaco. Nicolás Linares forma parte del colectivo Poetas en NY y
colabora estrechamente con Barco de Papel, así como con Latino Poetas con Café
y otras iniciativas. Él ayuda a organizar lecturas de poetas visitantes en la
ciudad, y Ramón “pone a mi disposición la librería para este fin. De esa manera
muchos poetas visitantes en la ciudad me contactan para organizar lecturas de
sus obras. De la misma manera que cuando un poeta local trae un nuevo libro
procuro invitarlo para que la comunidad escuche y compre esos libros”, explica.
Linares organiza con Poetas en NY dos micrófonos
abiertos anualmente en las instalaciones de la librería. “Vienen poetas de
diferentísimas nacionalidades y terminamos armando una bacanal de palabras que
en definitiva hacen un evento muy esperado y divertido, único en su tipo en la
ciudad”, describe su promotor. Inasequible al desaliento, Nicolás organiza
también la Maraton Cultural, que ha recorrido su sexta edición. En ella
participan poetas, músicos, artistas gráficos y plásticos, en un ambiente
festivo. En el otoño desarrollan su festival poético “Poetas en Nueva York” (www.poetasenny.blogspot.com), que ha
atravesado su novena edición, con lecturas en universidades, librerías, bares y
hasta estaciones de tren, y participación muy transnacional. Un tríptico
poetoperformático ha sido incluido en 2013, “y ha tenido mucha acogida”.
Fotografía: J. Jesús Sanz |
Me puse a escarbar un poco y me
fui encontrando con este generoso ovillo… De tal modo que en diciembre la
revista Qué leer me publicó 8
páginas sobre el castellano en Nueva York. Y en mi blog (infoeltintero.blogspot.com.es) podrán descubrir
algunas curiosidades más sobre la escritura en castellano en Nueva York. Hasta
en euskera hay un pequeño mundo allí… Por ejemplo, el King Juan Carlos Center de
la New York University “ha sido el lugar por excelencia para los programas de
poesía hispanoamericana, gracias al esfuerzo de la argentina Lila Zemborain”. Y
están los cafés, como el Niuyoricans Poets Café, Cornelia y Terraza 7. Ahora
falta saber por dónde irán los derroteros del castellano en Nueva York, y en
EE.UU. “¿Dónde es fácil vivir de la escritura?”, pregunta Soledad Marambio.
“Pensar que el español se va a imponer sobre el inglés en EE.UU. es como pensar
que el catalán y el gallego van a desplazar al castellano en España”,
escenifica Claudio Iván Remeseira, quien observa que el e-book y las revistas
on line “son la plataforma del nuevo salto cualitativo de la literatura en
español. Un proceso que ya se está dando”. En su nutrida web podemos encontrar
algunos ejemplos. (www.hispanicny.com)
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